Un SOC representa una de las piezas más importantes a tener dentro de una organización para fortalecer la seguridad.
Con el aumento de las amenazas cibernéticas, desde ataques con software malicioso hasta filtraciones de datos, se hace esencial contar con mecanismos efectivos para proteger los activos críticos de una empresa.
Es aquí donde entra en juego el Centro de Operaciones de Seguridad (SOC), que es una parte básica aunque fundamental de cualquier empresa si es que desea robustecer la capacidad defensiva para proteger su información.
Podemos hacer una analogía entre un SOC y un equipo de bomberos o incluso un centro de monitoreo policial dentro de una organización, aunque en lugar de apagar incendios o estar observando los posibles crímenes acontecidos en lugares públicos, se dedican a detectar y responder a las amenazas de seguridad en tiempo real.
Un Centro de Operaciones de Seguridad se conforma en base a una instalación que tiene como principal objetivo la monitorización, detección, análisis y, en algunos casos, la respuesta a incidentes 24/7. Todo esto se realiza a través de la combinación de tecnología avanzada, herramientas de seguridad, procesos estructurados y un equipo especializado en ciberseguridad.
Monitoreo constante en todo momento
La mayor capacidad del SOC está marcada por el monitoreo en tiempo real de las amenazas, estando siempre alerta, las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Esto significa que un equipo de SOC debe estar comprometido a monitorear todo el tráfico de datos que pasa a través de los sistemas de una compañía.
No solo se incluye las amenazas que provengan por ataques dirigidos, sino también los correos electrónicos, acceso a redes e incluso aplicaciones externas e internas.
En caso tal que una amenaza sea detectada, el Centro de Operaciones actuará en consecuencia, desplegando sus herramientas para repeler dicho incidente y tomar las medidas oportunas para mitigar el riesgo. Todo esto puede abarcar apenas unos segundos o minutos, por tal motivo, es crucial la atención del personal de seguridad para evitar que el ataque penetre dentro de la organización.
Detección de amenazas
Esta capacidad implica la identificación proactiva de amenazas cibernéticas, utilizando diversas técnicas y herramientas que un equipo de SOC debe tener a disposición. La identificación de amenazas no solo se centra un detectar los ataques conocidos, sino también en reconocer patrones y comportamiento anómalos que podrían indicar un nuevo tipo de ataque. Es decir, la capacidad heurística del personal debe estar a la altura para enfrentarse a nuevos riesgos que puedan surgir.
También puede incluir la utilización de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático para identificar dichos patrones de comportamiento, así como el análisis de registros (logs) en los sistemas y eventos generados por dispositivos ya aplicaciones. Esto genera múltiples fuentes de datos, las cuales deben ser recolectadas y analizadas con precisión para mejorar la detección.
Las amenazas posteriormente son clasificadas y priorizadas según su gravedad e impacto potencial, permitiendo al equipo de seguridad responder de manera eficiente a los incidentes más críticos.
Respuesta a incidentes
Si bien la capacidad de respuesta está marcada por la limitación de los recursos, herramientas y objetivos, muchos SOC cuentan con esta capacidad, la cual abarca la preparación y ejecución de un plan para manejar los incidentes de seguridad. Por ende, el SOC debe estar preparado para actuar rápidamente para contener y mitigar los efectos de un ataque.
Dentro de la respuesta a incidentes, se cuentan con diversas fases a tener en cuenta:
- Contención: se aísla los sistemas afectados para evitar la propagación del ataque.
- Erradicación: se identifica y elimina la causa raíz del incidente.
- Recuperación: se restaura los sistemas dentro de un entorno controlado hacia un estado seguro y la consecuente normalización de las operaciones.
- Comunicación: se mantiene informado a la administración y la gerencia sobre lo ocurrido. En caso que sea oportuno, puede elevarse una denuncia a las autoridades correspondientes.
Todo esto se realiza con el objetivo de minimizar el daño causado por el incidente, restaurar la funcionalidad de los sistemas lo más rápido posible y proteger la información sensible.
Mejora continua
La capacidad de adaptación y actualización de todo el equipo de un SOC es fundamental y un componente crítico dentro de la estrategia de seguridad.
Más allá de reaccionar ante incidentes, un SOC efectivo debe adoptar un enfoque proactivo para fortalecer la infraestructura de seguridad y minimizar la posibilidad de futuros ciberataques.
En ese aspecto, es valioso realizar un análisis continuo de las tendencias y patrones de las amenazas de la actualidad, recurriendo también a datos históricos sobre incidentes de seguridad para poder predecir y adelantarse a futuros ataques. Además, en caso tal que un incidente no haya sido gestionado de la manera esperada, se recurre a la actualización de las medidas de seguridad.
Por otro lado, los SOC pueden desarrollar programas para educar a los empleados sobre las mejores prácticas de seguridad, incluyendo talleres y simulacros de ataque para preparar al personal a reconocer y responder adecuadamente a las amenazas. De este modo, se reduce sustancialmente la probabilidad que un incidente de seguridad ocurra por falta de concientización.
En conclusión, las capacidades de un SOC son amplias y variadas, abarcando desde la monitorización y detección hasta la respuesta e incluso el análisis forense. Al integrar todas estas funciones de manera coordinada, un SOC se convierte en un componente esencial para la defensa de cualquier organización frente a amenazas cibernéticas.
La inversión en un SOC bien equipado y capacitado no solo ayuda a proteger los activos críticos, sino que también mejora la resiliencia organizacional en un entorno digital cada vez más desafiante.