A menudo, mientras navegamos en línea o si recibimos algún mensaje de texto, nos tomamos con URLs extrañas o que no tenemos idea a qué destino nos redirige a menos que se nos avise previamente.
Es que los acortadores de links no son algo realmente nuevo. Convivimos con ellos desde hace tiempo y cada vez los observamos con más frecuencia. Con ventajas y desventajas, la oportunidad de recortar un extenso enlace a tan solo un par de caracteres puede resultar práctico y que, a priori, no conlleva a ningún peligro.
Sin embargo, la realidad puede ser mucho más oscura de lo que aparenta. Principalmente debido a las malas intenciones de quien creó la URL recortada, pues uno presume que el vínculo fue cortado debido a la longitud del mismo y no porque deseen ocultar el contenido real del sitio, ya que un usuario podría intuir que una página es maliciosa tan solo mirando la URL.
Como mencionamos, un acortador de links parece tener muchas finalidades. Además de la cuestión estética a la que nos referíamos, también puede permitir el ahorro de recursos del sistema, optimizar la memoria del navegador y aumentar la velocidad de conexión entre el usuario y el servidor, incrementando la eficiencia con la que se carga la página.
Hay acortadores de links de pago y gratuitos, estos últimos mantenidos a base de publicidad y presumiendo ser seguros, pero a la vez son los más cuestionados y calificados como potencialmente peligrosos, debido a que la molesta y excesiva publicidad incrustada en el sitio puede derivar a que el usuario sea redirigido por su propia voluntad a sitios donde no pretendía estar inicialmente.
El principal peligro de los acortadores de links radica en ocultar el contenido original de la página. Imaginemos que tenemos un individuo concientizado de manera suficiente que sepa detectar que una URL es maliciosa sin darle click a la misma. Pues un atacante podría recortarla, camuflando el contenido real al que se pretende que el usuario entre.
Y retomando con el concepto de los acortadores gratuitos, como se mantiene a flote gracias a la publicidad, la cual puede ser pagada por empresas o usuarios, no existe un código de normas el cual establezca que esa publicidad deba tener buenas intenciones. La posibilidad de colocar publicidad maliciosa es totalmente viable, especialmente en acortadores menos conocidos o de dudosa reputación. Incluso puede llevar a que el usuario active las notificaciones del sitio, derivando en la infección de posibles malware como spyware, adware, rogueware o troyanos dropper.
A pesar de esto hay que dejar una cosa en claro. Los acortadores de links no pueden ser considerados como páginas maliciosas. Esto debido a que, en teoría, no son ellos quienes fuerzan al usuario a descargar el posible contenido malicioso, además de que la publicidad es aceptada por la compañía del acortador y supuestamente no debe tener contenido malintencionado.
En conclusión, los servicios de acortamiento de enlaces sí son confiables, pero dependerá totalmente de la reputación del sitio, del servicio que puedan ofrecer y que puedan evitar en mayor o menor medida el contenido fraudulento que provoque la infección del sistema del usuario.
Por eso es que debemos hacer énfasis en la lógica humana y el sentido común a la hora de navegar por internet y de los links que recibimos, ya sea por parte de personas de nuestro conocimiento o extraños, evitando descargar cualquier tipo de software malicioso que afecte a nuestro equipo.