La cuestión de las apuestas en línea es un apartado realmente inmenso y que cada vez ha crecido mucho más, especialmente con el avance de nuevos modelos y la facilidad de acceso por parte de los menores de edad.
El aumento de las apuestas online ha hecho que esta actividad se haya convertido en una de las más populares entre individuos de todas las edad. Sin embargo, junto con este auge, ha surgido un fenómeno alarmante: la proliferación de sitios de apuestas ilegales y poco confiables.
Estos sitios operan al margen de la ley y con regulaciones muy dudosas, que hacen pensar sobre el punto geográfico en el que se encuentran registrados. Además, no es únicamente la cuestión de que representa un riesgo significativo para quienes desean «probar suerte», sino también la exposición de los menores a peligros graves, al facilitar su acceso a un mundo que debería estar fuera de su alcance.
A pesar de los esfuerzos, tanto privados como públicos, de regular el mercado de las apuestas, los vacíos legales y la falta de supervisión han permitido que estos sitios ilegales no dejen de florecer, atrayendo a usuarios con promesas de ganancias rápidas y fáciles, a un costo gigantesco, tanto monetario como psicológico.
La expansión de los sitios de apuestas ilegales ha sido alarmante, potenciada por la globalización y los ya mencionados vacíos legales que incentivan a las personas a registrarse en estos lugares.
En la gran mayoría de los países, el juego está regulado y están obligados a adquirir un dominio especial que indica que esa página es un sitio de apuestas, debiendo pagar sus respectivos impuestos y vigilando constantemente al usuario en caso de que su situación de vaya de su control, bloqueando el acceso a posteriores depósitos, evitando así que continúe despilfarrando su capital de una forma inconsistente.
Pero en paralelo hay centenares de sitios que omiten esta gran cantidad de regulaciones, esto debido a que están alojados geográficamente en puntos donde las legislaciones no contemplan dichas reglamentaciones. Estamos hablando de islas remotas ubicadas normalmente sobre el Caribe, donde no les obligan a estos casinos a responder a las regulaciones donde las personas se registran.
En adición, estos sitios además pueden llegar a cometer fraude y manipulación de resultados a su favor, ya que no hay ley que proteja al usuario, donde estos se ven afectados cuando los casinos se niegan a pagar las ganancias prometidas para evitar pérdidas, pues al fin y al cabo, es un negocio.
Otro apartado fundamental es la cuestión de los datos personales. En sitios regulados los datos que se utilizan para registrarse se mantienen confidenciales y en ningún punto se usan para fines ilícitos. En contraparte, la ausencia de protección de datos personales en los sitios ilegales expone a los usuarios a riesgos adicionales, como el robo de identidad y la pérdida de fondos.
No obstante, muchos usuarios continúan apostando en estos lugares debido a la falta de opciones reguladas y al «libertinaje» que prometen, con el atractivo de apuestas rápidas y sin restricciones, lo que mantiene el velo por encima de las trampas disfrazadas de oportunidades y su impacto negativo a nivel individual y social.
Pero sin dudas el apartado que más preocupa es cuando todo esto llega a las manos de los menores de edad. Según la ley, este grupo etario tiene totalmente prohibido el ingreso, ya sea a casinos físicos o virtuales. Pero como hemos mencionado, las normativas no alcanzan a los sitios ilegales y fraudulentos, por lo cual los menores pueden registrarse incluso sin que el casino necesite comprobar su edad.
De esta manera, la participación en actividades de apuestas sin el conocimiento de sus padres o tutores puede escalar a una exposición dentro de un mundo que, por su naturaleza, está lleno de riesgos y consecuencias graves.
Los efectos negativos consecuentes son múltiples, desde la adicción al juego, afectaciones en el rendimiento académico, problemas de salud mental, impacto emocional de las pérdidas, presión por recuperar el dinero, endeudamiento, conductas delictivas y ludopatía infantil.
Este último término es el que más preocupa a los gobiernos, que han hecho lo posible que evitar a toda costa que esa conducta infecte a más menores de edad. En muchas regiones, como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se han tomado políticas como el bloqueo de estos sitios web dentro de los establecimientos educativos, evitando así que su atención se desvíe de la enseñanza. Sin embargo, esto no evite que fuera del mismo la acción se detenga, por lo que pueden apostar desde su casa y fuera del alcance de estas políticas.
Es por eso que los gobiernos están obligados a tomar cartas en el asunto y proponer medidas serias y transversales. Leyes que protejan a los jóvenes y que exijan a los sitios de apuestas a corroborar la edad de sus registrados, el cierre definitivo de los casinos ilegales, la imposición de sanciones severas a los operadores y creadores que fomenten la ludopatía, campañas de concienciación pública que informen sobre los peligros de las apuestas ilegales, entre muchas otras normativas pueden ayudar a detener este masivo problema que se extiende cada vez más entre los jóvenes.
Padres y educadores también tienen un papel crucial en la protección de los menores, los cuales deben estar informados sobre los peligros de no saber controlar su capital financiero, promoviendo una vigilancia y comunicación abierta para prevenir que los chicos caigan en las garras de los sitios de apuestas ilegales.
En definitiva, el problema de las apuestas en sitios ilegales es una amenaza real y presente que no debe ser ignorada bajo ningún punto de vista. Los riesgos son altos, especialmente para menores que, atraídos por la emoción del juego y las supuestas ganancias rápidas, se ven expuestos en un ámbito peligroso y sin regulación.
Por tal motivo, es imperativo que se tomen medidas necesarias que aborden la situación en su totalidad, exigiendo una regulación mucho más estricta para proteger a los grupos más vulnerables y así evitar consecuencias devastadoras.