El final del soporte para Windows 10 se acerca, programado para el 14 de Octubre de 2025, por lo que el tiempo para los usuarios de esta versión del sistema operativo de Microsoft está corriendo.
Cada vez que un nuevo sistema operativo Windows sale a la luz existe controversia en el sentido de los requisitos de hardware que posee, las funcionabilidades, las potenciales fallas de seguridad, y en definitiva, si merece o no la pena realizar la actualización a una versión más reciente.
A día de hoy, Windows 10 continúa siendo el sistema operativo más utilizados en los equipos de escritorio, lo que indica que esta versión aún no ha tenido una gran recepción desde su lanzamiento hace ya más de tres años.
En ese sentido, Microsoft ha sido muy reiterativo en comentarle a los usuarios sobre las ventajas y la necesidad de saltar al siguiente sistema operativo en la cadena de Windows, buscando alertar a las personas sobre las vulnerabilidades que supone permanecer en una versión pasada.
La realidad es que dar el salto a Windows 11 no es solo una mejora, sino que es una necesidad si abarcamos el plano de la seguridad informática. Mantenerse protegido a través de los beneficios de un sistema operativo más moderno se vuelve un imperativo, pues la versión más reciente ofrece una serie de mejoras en seguridad, rendimiento y usabilidad que lo convierten en la mejor opción para quienes buscan preparar sus dispositivos de cara al futuro, por lo que la actualización, aparte de resolver la preocupación por el soporte, también abre la puerta hacia una experiencia más optimizada y segura.
Los riesgos de un sistema sin soporte
Así como sucedió con las versiones anteriores, Windows 10 es el siguiente en la lista en perder el soporte ofrecido por Microsoft, lo cual sucederá en octubre del próximo año.
Cuando un sistema operativo deja de recibir soporte oficial, las actualizaciones de seguridad de pequeña y gran escala cesan, por lo que las nuevas amenazas y vulnerabilidades que se descubran luego de esa fecha podrían no recibir correcciones adecuadas, dejando a los equipos expuestos y desprotegidos ante ciberataques.
Es probable que hayas observado organizaciones que aún utilizan sistemas operativos incluso más antiguos que Windows 10, como es el caso de la vieja versión de Windows XP, los cuales son equipos que tienen sistemas muy obsoletos en materia tecnológica, por lo que infectar estos dispositivos se vuelve una tarea relativamente sencilla para los ciberdelincuentes.
Si tomamos el caso del ransomware WannaCry, el cual se propagó a nivel mundial en el año 2017, las actualizaciones iniciales que brindó Microsoft semanas antes de la epidemia mundial no pudieron ser implementadas en equipos con los sistemas operativos de Windows XP, Windows Vista, Windows 8 y versiones de Windows Server que datan del inicio de este siglo. No fue hasta después de corregido el ransomware que los usuarios de estos sistemas pudieron instalar los debidos parches de seguridad, a pesar de que el malware ya había infectado a más de 200.000 ordenadores en 150 países.
En cuanto a los riesgos, estos no se limitan únicamente a las amenazas cibernéticas. La compatibilidad del software también se verá afectada. Con el tiempo, las aplicaciones y programas más modernos dejarán de ser compatibles con Windows 10, lo que limitará la capacidad de los usuarios para ejecutar nuevas versiones de software o incluso recibir soporte por parte de sus desarrolladores.
Además, muchas organizaciones que utilicen Windows 10 podrían quedar expuestas ante consecuencias legales y financieras, al estar incumpliendo ciertas regulaciones de seguridad que exigen el uso de sistemas operativos actualizaciones, algo que sucede en diversos países de primer mundo.
El momento de actualizar es ahora
Windows 11 ya no es el sistema polémico que supo ser apenas se lanzó al mercado. Ahora, las compatibilidades del hardware, de software y los problemas con respecto al rendimiento fueron prácticamente solucionados, por lo que cambiar de sistema operativo hacia la última versión no debería ser un impedimento en ese sentido.
Si nos encontramos en un entorno organizacional, lo ideal es planificar la migración para minimizar el tiempo de inactividad, realizando la actualización en fases o fuera del horario laboral para evitar interrupciones en las operaciones diarias.
Por otro lado, si bien Microsoft asegura en todo momento que los datos no deberían verse alterados tras la actualización, nunca está de más realizar una copia de seguridad completa de la información. Esto garantiza que los datos importantes están protegidos en caso tal de que ocurra algún error durante el proceso.
Con mejoras en la producción y optimización, Windows 11 no es solo una actualización más, es una oportunidad para trasladarse a un sistema operativo más seguro, eficiente y preparado para la etapa actual de la era digital.
Ignorar la necesidad de actualizar a la última versión puede dejar al sistema vulnerable ante ataques cibernéticos, limitando la posibilidad de aprovechar las innovaciones tecnológicas e informáticas que ofrece esta actualización.